11. Pero mi señor no debe sentirse ahora frustrado ni vencido; y es que la muerte los arrebatará sin remedio porque van a caer en pecado y van a provocar insensatamente la ira de Dios.
12. Dado que les falta la comida, y el agua les escasea, han resuelto echar mano del ganado y alimentarse de todo cuanto Dios, en sus leyes, les ha prohibido que coman.
13. Incluso han decidido consumir las primicias del trigo y los diezmos del vino y del aceite, que son cosas consagradas y reservadas para los sacerdotes que ejercen su función en Jerusalén, en presencia de nuestro Dios, y que a nadie del pueblo le está permitido ni siquiera tocarlas con las manos.
14. Además han enviado una delegación a Jerusalén —donde los que allí residen hacen lo mismo— para pedir del Consejo de Ancianos la oportuna autorización.
15. Pero sucederá que, en cuanto la obtengan, se servirán de ella, y en ese mismo día caerán en tus manos y los exterminarás.
16. Por eso yo, tu sierva, al saber todo esto huí de ellos. Dios me ha enviado para realizar juntamente contigo una hazaña que va a llenar de asombro a todo aquel que se entere de ella.