19. Maravillados de su hermosura, pensaban los soldados que también los israelitas serían dignos de admiración, y se decían unos a otros:— ¿Quién puede menospreciar a un pueblo que cuenta con mujeres como esta? … ¡No nos conviene dejar con vida ni a uno solo de sus hombres, pues los que queden son capaces de engañar a toda la tierra!
20. La guardia personal de Holofernes salió junto con todos sus oficiales, e introdujeron a Judit en la tienda.
21. Holofernes estaba descansando en su lecho, bajo un dosel de púrpura bordado en oro y adornado con esmeraldas y piedras preciosas;
22. pero al anunciarle que ella estaba allí, salió hasta la entrada de la tienda, precedido de lámparas de plata.
23. Cuando Judit se presentó ante él y sus oficiales, todos se llenaron de admiración contemplando la belleza de su rostro. Ella se inclinó hasta el suelo, pero al punto la levantaron los servidores de Holofernes.