Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Ester Griego 4:17j-17w La Biblia Hispanoamericana Traducción Interconfesional (BHTI)

17j. Presa de mortal angustia, la reina Ester buscó ayuda en el Señor. Despojándose de sus vestiduras reales, se vistió con ropas apropiadas a aquellos tiempos de luto y aflicción. En lugar de finos perfumes, cubrió su cabeza con polvo y ceniza; mortificó duramente su cuerpo y, en vez de complacerse con alegres adornos, dejó que cayeran sobre él sus cabellos lacios y enmarañados. Luego oró al Señor, Dios de Israel, diciendo:

17k. — Señor mío, único Rey nuestro, ven en mi socorro, porque estoy sola y no tengo otra protección que la tuya en el peligro que me amenaza.

17l. Desde mi niñez he oído decir a mis parientes paternos que tú, Señor, tomaste a Israel de entre todas las naciones y a nuestros antepasados de entre sus predecesores, para que fueran tu heredad perpetua. Y tú cumpliste todo cuanto les habías prometido.

17m. Pero ahora, que hemos pecado contra ti, nos has entregado en manos de nuestros enemigos, por habernos rendido ante sus dioses en adoración. Y tú, Señor, eres justo.

17n. Pero ellos no se contentan con tenernos sometidos a una amarga esclavitud*, sino que han jurado ante sus dioses anular tus designios, destruir tu heredad, cerrar la boca de los que te alaban y extinguir el esplendor de tu Templo y tu altar.

17o. Señor, no entregues tu cetro a dioses que nada son, ni permitas tampoco que otros se burlen de nuestra desgracia: vuelve sus propósitos contra ellos mismos, y castiga ejemplarmente al que inició esto contra nosotros.

17p. ¡Acuérdate de nosotros, Señor, y manifiéstate en el tiempo de nuestra tribulación! Y en lo que a mí respecta, dame valor, Rey de los dioses, tú que dominas sobre toda potestad.

17q. Pon en mis labios palabras persuasivas cuando me halle frente al león. Cambia su corazón, para que aborrezca a nuestro enemigo y acabe con él y todos sus partidarios.

17r. ¡Líbrame con tu poder y socórreme, porque estoy sola y no tengo a nadie sino a ti, Señor!

17s. Tú, que conoces todas las cosas, sabes que odio la gloria de los malvados y aborrezco el lecho de los incircuncisos y de todo extranjero.

17t. Tú sabes en qué difícil situación me encuentro y cómo detesto la diadema que pongo sobre mi cabeza los días en que he de aparecer públicamente; la detesto como a paño menstrual, y jamás la llevo en mi vida privada.

17u. Nunca esta tu sierva ha comido en la mesa de Amán, ni se ha deleitado con los banquetes del rey, ni ha bebido del vino de las libaciones.

17v. Tampoco he hallado felicidad fuera de ti, Señor Dios de Abrahán, desde el día en que cambió mi situación hasta hoy.

17w. Oh Dios cuyo poder se extiende sobre todos, escucha la voz de los que están sin esperanza: líbranos de las manos de los malvados, y líbrame a mí de todo temor.

Leer capítulo completo Ester Griego 4