23. Después ordenó a Eleazar que leyera el libro sagrado y que les diera como contraseña la voz “Dios ayuda”. Luego, poniéndose él mismo al mando del primer cuerpo, atacó a Nicanor.
24. Contando a su favor con el Todopoderoso, mataron a más de nueve mil enemigos, hirieron y dejaron fuera de combate a la mayor parte del ejército de Nicanor y obligaron a huir a los que quedaban.
25. Se apoderaron también del dinero de los que habían venido a comprarlos; luego los persiguieron por un largo trecho; pero, como se hacía tarde, tuvieron que regresar,
26. ya que era la víspera del sábado y no podían continuar la persecución.
27. Una vez recogidas las armas y el botín de los enemigos celebraron el sábado, alabando al Señor y dándole gracias por haberlos salvado aquel día y haber comenzado a mostrarles su misericordia.
28. Pasado el sábado, dieron parte del botín a las víctimas de la persecución: las viudas y los huérfanos. El resto lo repartieron entre ellos y sus hijos.
29. Después, todos juntos oraron, suplicando al Señor misericordioso que se reconciliara plenamente con sus siervos.
30. Después de esto, combatiendo contra Timoteo y Báquides, les causaron más de veinte mil bajas y se apoderaron de importantes fortificaciones situadas sobre los montes. Luego dividieron en partes iguales el gran botín conseguido y lo distribuyeron entre ellos y las víctimas de la persecución, a saber: los huérfanos, las viudas y los ancianos.
31. Recogieron las armas abandonadas por sus enemigos y las depositaron en sitios estratégicos. El resto del botín lo llevaron a Jerusalén.
32. Mataron también al jefe de escolta de Timoteo, un individuo impío que había hecho sufrir mucho a los judíos.
33. Mientras celebraban la victoria en Jerusalén, quemaron a los que habían incendiado las puertas del Templo, incluido Calístenes, quien, habiéndose refugiado en una choza, recibió el castigo que merecía su profanación.