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2 Macabeos 8 La Biblia Hispanoamericana Traducción Interconfesional (BHTI)

II.— LA REBELIÓN MACABEA (8,1—10,9)

Primeras acciones de Judas

1. Mientras tanto, Judas Macabeo y los que estaban con él entraban a escondidas en las aldeas y, convocando a sus parientes y a quienes se mantenían fieles al judaísmo, lograron reunir a unos seis mil.

2. Rogaban al Señor que mirara por el pueblo pisoteado por todos, que se apiadase del Templo profanado por gente impía,

3. que tuviera compasión de la ciudad devastada y a punto de ser arrasada, que escuchara el clamor de la sangre derramada,

4. que recordara la muerte injusta de niños inocentes, y que se vengara de las blasfemias proferidas contra su nombre.

5. Puesto a la cabeza de sus tropas, Macabeo resultó invencible frente a los paganos, porque el Señor había convertido su ira en misericordia.

6. Atacaba por sorpresa e incendiaba ciudades y aldeas, ocupaba posiciones ventajosas y hacía estragos entre numerosos enemigos.

7. Se valía sobre todo de la noche para realizar sus ataques, y por todas partes corría la fama de su valor.

Nicanor y Gorgias invaden Judea

8. Al ver Filipo los progresos de Judas, y que sus triunfos eran cada vez más frecuentes, escribió a Tolomeo, gobernador de Celesiria y Fenicia, para que acudiera a defender los intereses del rey.

9. Tolomeo eligió inmediatamente a Nicanor, hijo de Patroclo, uno de sus mejores amigos, y lo puso al mando de no menos de veinte mil soldados de muchos países, con la orden de exterminar a todos los judíos. Junto con él, designó a Gorgias, un general muy experimentado en temas bélicos.

10. Nicanor calculó que, con el producto de la venta de los judíos que iban a hacer prisioneros, el rey podría pagar el tributo de dos mil talentos que debía a los romanos.

11. Por tanto, mandó en seguida comunicados a las ciudades de la costa, invitando a tomar parte en la compra de esclavos judíos y prometiendo entregar noventa esclavos por talento. Sin embargo, no se detuvo a pensar el castigo que pronto le infligiría el Todopoderoso.

12. Cuando Judas se enteró de la expedición de Nicanor, comunicó a sus soldados que el ejército enemigo estaba cerca;

13. entonces los cobardes y los que desconfiaban de la justicia de Dios, huyeron a otro lugar en busca de refugio.

14. Pero hubo otros que vendieron lo que les quedaba, mientras rogaban al Señor que librara del impío Nicanor a quienes ya este había vendido antes de entrar en combate.

15. Pedían al Señor que, si no lo hacía por ellos mismos, lo hiciera en virtud de los pactos establecidos con sus antepasados, y en atención al santo y augusto nombre que ellos invocaban.

16. El Macabeo reunió a sus hombres, unos seis mil en total, y los exhortó a que no se acobardaran ante sus enemigos ni tuvieran miedo a aquella muchedumbre de paganos que venía a atacarlos injustamente, sino que lucharan con denuedo,

17. teniendo muy presentes los ultrajes contra el santo lugar, las injurias e insultos contra la ciudad y la supresión de las instituciones de sus antepasados.

18. — Ellos, les dijo, confían en sus armas y en su audacia; pero nosotros confiamos en Dios todopoderoso, que con un gesto puede aniquilar no sólo a quienes nos atacan, sino incluso al mundo entero.

19. Después les recordó la forma como Dios había protegido a sus antepasados en tiempos de Senaquerib, cuando murieron ciento ochenta y cinco mil hombres;

20. y lo ocurrido en Babilonia, en su lucha contra los gálatas, cuando ocho mil judíos y cuatro mil macedonios entraron en combate. Los macedonios se quedaron entonces sin saber qué hacer, mientras los ocho mil judíos, gracias al auxilio venido del cielo, aniquilaron a ciento veinte mil enemigos y se apoderaron de un enorme botín.

21. Con estas palabras fortaleció el valor de los soldados y los alentó a morir por las leyes y la patria. Después dividió su ejército en cuatro cuerpos,

22. a cuyo frente puso a sus hermanos Simón, José y Jonatán, asignando a cada cual mil quinientos soldados.

23. Después ordenó a Eleazar que leyera el libro sagrado y que les diera como contraseña la voz “Dios ayuda”. Luego, poniéndose él mismo al mando del primer cuerpo, atacó a Nicanor.

24. Contando a su favor con el Todopoderoso, mataron a más de nueve mil enemigos, hirieron y dejaron fuera de combate a la mayor parte del ejército de Nicanor y obligaron a huir a los que quedaban.

25. Se apoderaron también del dinero de los que habían venido a comprarlos; luego los persiguieron por un largo trecho; pero, como se hacía tarde, tuvieron que regresar,

26. ya que era la víspera del sábado y no podían continuar la persecución.

27. Una vez recogidas las armas y el botín de los enemigos celebraron el sábado, alabando al Señor y dándole gracias por haberlos salvado aquel día y haber comenzado a mostrarles su misericordia.

28. Pasado el sábado, dieron parte del botín a las víctimas de la persecución: las viudas y los huérfanos. El resto lo repartieron entre ellos y sus hijos.

29. Después, todos juntos oraron, suplicando al Señor misericordioso que se reconciliara plenamente con sus siervos.

Derrota de Timoteo y Báquides

30. Después de esto, combatiendo contra Timoteo y Báquides, les causaron más de veinte mil bajas y se apoderaron de importantes fortificaciones situadas sobre los montes. Luego dividieron en partes iguales el gran botín conseguido y lo distribuyeron entre ellos y las víctimas de la persecución, a saber: los huérfanos, las viudas y los ancianos.

31. Recogieron las armas abandonadas por sus enemigos y las depositaron en sitios estratégicos. El resto del botín lo llevaron a Jerusalén.

32. Mataron también al jefe de escolta de Timoteo, un individuo impío que había hecho sufrir mucho a los judíos.

33. Mientras celebraban la victoria en Jerusalén, quemaron a los que habían incendiado las puertas del Templo, incluido Calístenes, quien, habiéndose refugiado en una choza, recibió el castigo que merecía su profanación.

34. En cuanto al tres veces criminal Nicanor, que había traído miles de mercaderes dispuestos a comprar judíos,

35. quedó humillado, con ayuda del Señor, por aquellos que él tenía en el mayor desprecio. Despojado de sus ricas vestiduras, huyó en soledad a través de los campos hasta llegar a Antioquía, siendo con todo mucho más afortunado que su ejército, que había sido aniquilado.

36. Y el que se había propuesto pagar el tributo a los romanos con la venta de los prisioneros de Jerusalén, ahora proclamaba que los judíos eran invulnerables, porque seguían las leyes que Dios, su defensor, les había dado.