40. Al ver aquella muchedumbre sublevada y enfurecida, Lisímaco armó cerca de tres mil hombres y dio principio a una cruel represión, dirigida por un tal Auranos, un hombre entrado en años y falto de juicio.
41. Cuando el pueblo vio que Lisímaco los atacaba, unos se armaron de piedras, otros de palos, y otros, tomando puñados de ceniza que allí había, la lanzaban con violencia contra los hombres de Lisímaco.
42. De este modo hirieron a muchos, mataron a otros, y a todos los demás los pusieron en fuga. En cuanto al sacrílego Lisímaco, lo mataron junto al tesoro del Templo.