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2 Macabeos 4:28-39 La Biblia Hispanoamericana Traducción Interconfesional (BHTI)

28. a pesar de las reclamaciones de Sóstrates, jefe de la ciudadela y encargado de cobrar los impuestos. Por esa razón, los dos fueron convocados ante el rey.

29. Menelao dejó a su hermano Lisímaco como sucesor en el cargo de sumo sacerdote; y Sóstrates dejó a Crates, el jefe de los mercenarios chipriotas.

30. Mientras sucedían estas cosas, los habitantes de Tarso y de Malos se sublevaron, porque sus ciudades habían sido regaladas a Antióquida, la concubina del rey.

31. El rey partió apresuradamente para poner en orden las cosas, dejando en lugar suyo a Andrónico, un alto personaje de la corte.

32. Menelao, pensando que la ocasión le era propicia, robó del Templo algunos objetos de oro y se los dio a Andrónico. Otros los vendió en Tiro y en las ciudades vecinas.

33. Cuando Onías* —que se había retirado a Dafne, lugar cercano a Antioquía y que gozaba de inmunidad— supo con toda evidencia lo sucedido, reprochó a Menelao su conducta.

34. Entonces Menelao llamó en secreto a Andrónico y le encargó que matara a Onías. Andrónico se presentó a Onías y, aunque este no acababa de creerle, le tendió la mano derecha en señal de juramento, lo persuadió con astucia para que saliera de su lugar de refugio e inmediatamente lo mató, sin mostrar respeto alguno por la justicia.

35. El injusto asesinato de este hombre no sólo provocó indignación y tristeza entre los judíos, sino también entre mucha gente de otras naciones.

36. Así que cuando el rey regresó de las regiones de Cilicia, tanto los judíos de la ciudad como los griegos, que reprobaban el crimen cometido, se dirigieron a él en protesta por la muerte de Onías.

37. Antíoco se entristeció profundamente y lloró conmovido al recordar la prudencia y la gran sensatez del difunto.

38. Luego, lleno de ira, despojó a Andrónico de su manto de púrpura, desgarró sus vestiduras e hizo que lo condujeran por toda la ciudad hasta el lugar en que había cometido el impío asesinato de Onías. Allí lo hizo ajusticiar; de este modo el Señor le dio el castigo merecido.

39. Lisímaco, contando con la aprobación de Menelao, cometió innumerables robos en Jerusalén. El pueblo, al enterarse, se levantó contra Lisímaco, aun cuando para entonces ya habían desaparecido muchos objetos de oro.

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