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San Mateo 8:9-22 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

9. Porque yo sé lo que es dar órdenes y lo que es obedecer. Si yo le ordeno a uno de mis soldados que vaya a algún sitio, ese soldado va. Si a otro le ordeno que venga, él viene; y si mando a mi sirviente que haga algo, lo hace.

10. Jesús se quedó admirado al escuchar la respuesta del capitán. Entonces le dijo a la gente que lo seguía:—¡Les aseguro que, en todo Israel, nunca había conocido a alguien que confiara tanto en mí como este extranjero!

11. Oigan bien esto: De todas partes del mundo vendrá gente que confía en Dios como confía este hombre. Esa gente participará en la gran cena que Dios dará en su reino. Se sentará a la mesa con sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob.

12. Pero los que habían sido invitados primero a participar en el reino de Dios, serán echados fuera, a la oscuridad. Allí llorarán de dolor y les rechinarán de terror los dientes.

13. Luego Jesús le dijo al capitán:—Regresa a tu casa, y que todo suceda tal como has creído.En ese mismo instante, su sirviente quedó sano.

14. Jesús fue a casa de Pedro y encontró a la suegra de éste en cama, con mucha fiebre.

15. Jesús la tocó en la mano y la fiebre se le quitó. Entonces ella se levantó y le dio de comer a Jesús.

16. Al anochecer, la gente llevó a muchas personas que tenían demonios. Jesús echó a los demonios con una sola palabra, y también sanó a todos los enfermos que estaban allí.

17. Así, Dios cumplió su promesa, tal como lo había anunciado el profeta Isaías en su libro: «Él nos sanó de nuestras enfermedades».

18. Jesús vio que mucha gente lo rodeaba. Por eso, ordenó a sus discípulos que lo acompañaran al otro lado del Lago de Galilea.

19. Cuando llegaron allá, un maestro de la Ley se le acercó y le dijo:—Maestro, yo te acompañaré a dondequiera que vayas.

20. Jesús le contestó:—Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos, pero yo, el Hijo del hombre, no tengo un lugar donde descansar.

21. Otro de sus discípulos le dijo después:—Señor, dame permiso para ir primero a enterrar a mi padre; luego te seguiré.

22. Jesús le contestó:—¡Deja que los muertos entierren a sus muertos! ¡Tú, sígueme!

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