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San Mateo 26:52-65-66 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

52. Pero Jesús le dijo:—Guarda tu espada, porque al que mata con espada, con espada lo matarán.

53. ¿No sabes que yo puedo pedirle ayuda a mi Padre, y que de inmediato me enviaría todo un ejército de ángeles para defenderme?

54. Deja que todo pase como está sucediendo ahora; sólo así puede cumplirse lo que dice la Biblia.

55. Jesús se volvió a la gente y le preguntó:—¿Por qué han venido con palos y cuchillos, como si yo fuera un criminal? Todos los días estuve enseñando en el templo, y allí nunca me apresaron.

56. Pero todo esto debe suceder para que se cumpla lo que anunciaron los profetas.En ese momento, todos los discípulos abandonaron a Jesús y huyeron.

57-58. Pedro siguió a Jesús desde lejos y llegó hasta el patio del palacio. Allí se sentó con los guardias para no perderse de nada. Los que arrestaron a Jesús lo llevaron al palacio de Caifás, el jefe de los sacerdotes. Allí estaban reunidos los maestros de la Ley y los líderes del pueblo.

59. Los sacerdotes principales y todos los de la Junta Suprema buscaban gente que mintiera contra Jesús, para poder condenarlo a muerte.

60. Sin embargo, aunque muchos vinieron con mentiras, no pudieron condenarlo.

61. Por fin, hubo dos que dijeron: «Este hombre dijo que es capaz de destruir el templo de Dios, y de construirlo de nuevo en tres días.»

62. El jefe de los sacerdotes dijo a Jesús:—¿Oíste bien de qué te acusan? ¿Qué puedes decir para defenderte?

63. Pero Jesús no respondió nada. Entonces el jefe de los sacerdotes le dijo:—Dinos por Dios, quien vive para siempre, si eres tú el Mesías, el Hijo de Dios.

64. Jesús le respondió:—Tú lo has dicho. Y déjame decirte que, dentro de poco tiempo, ustedes verán cuando yo, el Hijo del hombre, venga en las nubes del cielo con el poder y la autoridad que me da Dios todopoderoso.

65-66. Al escuchar esto, el jefe de los sacerdotes se desgarró la ropa para mostrar su enojo, y dijo:—¿Qué les parece? ¡Ha insultado a Dios, y ustedes mismos lo han oído! ¡Ya no necesitamos más pruebas!—¡Que muera! —contestaron todos.

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