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San Mateo 20:17-34 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

17. Mientras Jesús iba hacia Jerusalén, en el camino reunió a sus doce discípulos y les dijo:

18. «Como pueden ver, ahora vamos a Jerusalén. Y a mí, el Hijo del hombre, me entregarán a los sacerdotes principales y a los maestros de la Ley. Ellos dirán que debo morir,

19. y me entregarán a mis enemigos para que se burlen de mí, y para que me golpeen y me hagan morir en una cruz. Pero después de tres días, resucitaré.»

20-21. La madre de Santiago y Juan, que eran dos de los discípulos, fue con ellos a hablar con Jesús. Cuando llegaron, ella se arrodilló delante de Jesús para pedirle un favor. Jesús le preguntó:—¿Qué es lo que quieres?Ella le dijo:—Por favor, ordena que, cuando estés sentado en el trono de tu reino, mis hijos se sienten siempre junto a ti, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.

22. Jesús respondió:—Ustedes no saben lo que piden. ¿Están dispuestos a sufrir todo lo malo que va a pasarme?Ellos le dijeron:—Sí, lo estamos.

23. Jesús les dijo:—Les aseguro que ustedes sufrirán mucho, igual que yo. Pero sólo mi Padre decide quiénes serán los más importantes en mi reino. Eso no lo decido yo.

24. Cuando los otros diez discípulos se dieron cuenta de todo esto, se enojaron con Santiago y Juan.

25. Entonces Jesús los llamó a todos y les dijo:«Ustedes saben que los que gobiernan a los pueblos se portan como sus amos, y que los grandes señores imponen su autoridad sobre esa gente.

26. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, si alguno de ustedes quiere ser importante, tendrá que servir a los demás.

27. Si alguno quiere ser el primero, deberá ser el esclavo de todos.

28. Yo, el Hijo del hombre, lo hago así. No vine a este mundo para que me sirvan, sino para servir a los demás. Vine para dar mi vida por la salvación de muchos.»

29. Cuando Jesús salió de la ciudad de Jericó en compañía de sus discípulos, mucha gente lo siguió.

30. Junto al camino estaban sentados dos ciegos. Cuando oyeron que Jesús iba pasando, comenzaron a gritar: «¡Señor, tú que eres el Mesías, ten compasión de nosotros y ayúdanos!»

31. La gente comenzó a reprender a los ciegos para que se callaran, pero ellos gritaron con más fuerza todavía: «¡Señor, tú que eres el Mesías, ten compasión de nosotros y ayúdanos!»

32. Entonces Jesús se detuvo, llamó a los ciegos y les preguntó:—¿Qué quieren que haga por ustedes?

33. Ellos le respondieron:—Señor, haz que podamos ver de nuevo.

34. Jesús tuvo compasión de ellos, y les tocó los ojos. En ese mismo instante, los ciegos pudieron ver de nuevo y siguieron a Jesús.

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