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San Juan 20:10-26 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

10. Entonces Pedro y el otro discípulo regresaron a sus casas.

11. María se quedó afuera de la tumba, llorando. Mientras lloraba, se inclinó para ver dentro de la tumba,

12. y vio a dos ángeles vestidos de blanco. Estaban sentados, uno donde había estado la cabeza de Jesús y el otro donde habían estado sus pies.

13. Los ángeles le preguntaron:—Mujer, ¿por qué estás llorando?Ella les respondió:—Porque alguien se ha llevado el cuerpo de mi Señor, y no sé dónde lo habrá puesto.

14. Apenas dijo esto, volvió la cara y vio a Jesús allí, pero no sabía que era él.

15. Jesús le dijo:—Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?María pensó que estaba hablando con el que cuidaba el jardín donde estaba la tumba. Por eso le dijo:—Señor, si usted se ha llevado el cuerpo que estaba en esta tumba, dígame dónde lo puso y yo iré a buscarlo.

16. Jesús le dijo:—María.Ella se volvió y le dijo:—¡Maestro!

17. Jesús le dijo:—No me detengas, pues todavía no he ido a reunirme con mi Padre. Pero ve y dile a mis discípulos que voy a reunirme con él, pues también es Padre de ustedes. Él es mi Dios, y también es Dios de ustedes.

18. María Magdalena fue y les dijo a los discípulos que había visto al Señor, y les contó todo lo que él había dicho.

19. En la noche de ese mismo domingo, los discípulos se reunieron en una casa. Las puertas de la casa estaban bien cerradas, porque los discípulos tenían miedo de los líderes judíos. Jesús entró, se puso en medio de ellos, y los saludó diciendo: «¡Que Dios los bendiga y les dé paz!»

20. Después les mostró las heridas de sus manos y de su costado, y los discípulos se alegraron de ver al Señor.

21. Jesús los volvió a saludar de la misma manera, y les dijo: «Como mi Padre me envió, así también yo los envío a ustedes.»

22. Luego sopló sobre ellos, y les dijo: «Reciban al Espíritu Santo.

23. Si ustedes perdonan los pecados de alguien, Dios también se los perdonará. Y si no se los perdonan, Dios tampoco se los perdonará.»

24. Tomás, uno de los doce discípulos, al que le decían el Gemelo, no estaba con los otros cuando Jesús se les apareció.

25. Cuando Tomás llegó, los otros discípulos le dijeron:—¡Hemos visto al Señor!Pero él les contestó:—No creeré nada de lo que me dicen, hasta que vea las marcas de los clavos en sus manos y meta mi dedo en ellas, y ponga mi mano en la herida de su costado.

26. Ocho días después, los discípulos estaban reunidos otra vez en la casa. Tomás estaba con ellos. Las puertas de la casa estaban bien cerradas, pero Jesús entró, se puso en medio de ellos, y los saludó diciendo: «¡Que Dios los bendiga y les dé paz!»

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