20-21. Jesús le dijo:—¿Por qué me preguntas a mí? Yo he hablado delante de todo el mundo. Siempre he enseñado en las sinagogas y en el templo, y nunca he dicho nada en secreto. Pregúntales a los que me han escuchado. Ellos te dirán lo que he dicho.
22. Cuando Jesús dijo esto, uno de los guardias del templo lo golpeó en la cara y le dijo:—¡Ésa no es manera de contestarle al jefe de los sacerdotes!
23. Jesús le respondió:—Si dije algo malo, dime qué fue. Pero si lo que dije está bien, ¿por qué me golpeas?
24. Luego Anás envió a Jesús, todavía atado, a Caifás, el jefe de los sacerdotes.
25. Mientras tanto, Pedro seguía calentándose junto a la fogata, y alguien le preguntó:—¿No eres tú uno de los seguidores de Jesús?—No, no lo soy —insistió Pedro.