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San Juan 18:14-29 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

14. Tiempo atrás, Caifás les había dicho a los jefes judíos que les convenía más la muerte de un solo hombre, con tal de salvar a todo el pueblo.

15. Simón Pedro y otro discípulo siguieron a Jesús. Como el otro discípulo conocía al jefe de los sacerdotes, entró con Jesús en el palacio de Anás.

16. Pero al ver que Pedro se quedó afuera, salió y habló con la muchacha que cuidaba la entrada, para que lo dejara entrar.

17. Ella le preguntó a Pedro:—¿No eres tú uno de los seguidores de ese hombre?—No, no lo soy —respondió Pedro.

18. Como hacía mucho frío, los sirvientes del jefe de los sacerdotes y los guardias del templo hicieron una fogata para calentarse. También Pedro se acercó a ellos para hacer lo mismo.

19. El jefe de los sacerdotes empezó a preguntarle a Jesús acerca de sus discípulos y de lo que enseñaba.

20-21. Jesús le dijo:—¿Por qué me preguntas a mí? Yo he hablado delante de todo el mundo. Siempre he enseñado en las sinagogas y en el templo, y nunca he dicho nada en secreto. Pregúntales a los que me han escuchado. Ellos te dirán lo que he dicho.

22. Cuando Jesús dijo esto, uno de los guardias del templo lo golpeó en la cara y le dijo:—¡Ésa no es manera de contestarle al jefe de los sacerdotes!

23. Jesús le respondió:—Si dije algo malo, dime qué fue. Pero si lo que dije está bien, ¿por qué me golpeas?

24. Luego Anás envió a Jesús, todavía atado, a Caifás, el jefe de los sacerdotes.

25. Mientras tanto, Pedro seguía calentándose junto a la fogata, y alguien le preguntó:—¿No eres tú uno de los seguidores de Jesús?—No, no lo soy —insistió Pedro.

26. Luego un sirviente del jefe de los sacerdotes, familiar del hombre al que Pedro le cortó la oreja, le dijo:—¡Yo te vi en el jardín cuando arrestaron a ese hombre!

27. Pedro volvió a decir que no. En ese mismo momento, el gallo cantó.

28. Muy de mañana, llevaron a Jesús de la casa de Caifás al palacio del gobernador romano. Los jefes de los judíos no entraron en el palacio, porque la ley no les permitía entrar en la casa de alguien que no fuera judío, antes de la cena de la Pascua.

29. Por eso Pilato, el gobernador romano, salió y les dijo:—¿De qué acusan a este hombre?

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