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Hechos 4:17-36 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

17. «Debemos impedir que lo sepa más gente. Tenemos que amenazarlos para que dejen de hablar del poder de Jesús.»

18. Así que los llamaron y les ordenaron:—No le digan a nadie lo que ha pasado, y dejen de enseñar a la gente acerca del poder de Jesús.

19. Pero Pedro y Juan les respondieron:—Dígannos, entonces: ¿debemos obedecerlos a ustedes antes que a Dios?

20. ¡Nosotros no podemos dejar de hablar de todo lo que hemos visto y oído!

21-22. Los jefes de la Junta Suprema les advirtieron que tenían que dejar de hablar de Jesús. Luego los soltaron, porque no podían castigarlos, pues todo el pueblo alababa a Dios por haber sanado milagrosamente a ese hombre, que tenía más de cuarenta años de edad.

23. En cuanto Pedro y Juan fueron puestos en libertad, se reunieron con los otros apóstoles y les contaron lo que habían dicho los de la Junta Suprema.

24. Luego de escucharlos, todos juntos oraron:«Dios nuestro, tú hiciste el cielo y la tierra, y el mar y todo lo que hay en ellos.

25-26. Tú, por medio del Espíritu Santo, le hablaste al rey David, nuestro antepasado. Por medio de David, que estaba a tu servicio, dijiste:“¿Por qué se rebelan contra Dioslas naciones y los pueblos?¿Por qué estudian la manerade luchar contra Diosy contra el Mesías que él escogió?¡Inútiles son los planesde los reyes de este mundo!”

27. »Es verdad que en esta ciudad se unieron Herodes Antipas, Poncio Pilato, el pueblo romano y el pueblo de Israel, para matar a Jesús, a quien tú elegiste para que fuera nuestro rey.

28. Pero ellos sólo estaban haciendo lo que tú, desde el principio, habías decidido hacer.

29. »Ahora, Dios nuestro, mira cómo nos han amenazado. Ayúdanos a no tener miedo de hablar de ti ante nadie.

30. Ayúdanos a sanar a los enfermos, y a hacer milagros y señales maravillosas. Así harás que la gente vea el poder de tu siervo Jesús, a quien elegiste.»

31. Cuando terminaron de orar, tembló el lugar donde estaban reunidos, y todos ellos quedaron llenos del Espíritu Santo. A partir de ese momento, todos hablaban sin temor acerca de Jesús.

32. Todos los seguidores de Jesús tenían una misma manera de pensar y de sentir. Todo lo que tenían lo compartían entre ellos, y nadie se sentía dueño de nada.

33. Llenos de gran poder, los apóstoles enseñaban que Jesús había resucitado. Dios los bendecía mucho,

34. y no les hacía falta nada, porque los que tenían alguna casa o terreno lo vendían

35. y entregaban el dinero a los apóstoles. Entonces ellos lo repartían y le daban a cada uno lo que necesitaba.

36. Esto también lo hizo un hombre de la tribu de Leví, que había nacido en la isla de Chipre. Se llamaba José, pero los apóstoles le decían Bernabé, que significa «El que consuela a otros.»

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