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1 Corintios 11:8-25 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

8. Porque Dios no sacó de la mujer al hombre, sino que del hombre sacó a la mujer.

9. Y no creó Dios al hombre por causa de la mujer, sino a la mujer por causa del hombre.

10. Por eso, la mujer debe ejercer control sobre su cabeza, para respeto a los ángeles.

11. Sin embargo, para nosotros los cristianos, ni la mujer existe sin el hombre, ni el hombre existe sin la mujer.

12. Es verdad que a la primera mujer Dios la sacó del primer hombre, pero también es verdad que ahora todos los hombres nacen de una mujer. Pero tanto el hombre como la mujer, y todo lo que existe, han sido creados por Dios.

13. Piensen ustedes mismos si está bien que la mujer ore a Dios con la cabeza descubierta.

14. Según nuestras costumbres, es una vergüenza que el hombre se deje crecer el cabello,

15. pero no lo es que la mujer se lo deje crecer. Y es que Dios le dio el cabello largo para que se cubra la cabeza.

16. En todo caso, si alguien no está de acuerdo con esto y quiere discutirlo, le digo que ni nosotros ni las iglesias de Dios conocemos otra forma de actuar.

17. Hay algo de lo que no puedo felicitarlos, y son las reuniones que ustedes tienen. En vez de serles de ayuda, los perjudican.

18. Para empezar, me han dicho que, cuando ustedes se reúnen como iglesia, no se llevan bien, sino que se dividen en grupos y se pelean entre sí. Yo creo que en esto hay algo de verdad.

19. En realidad, todo esto tiene que pasar para que se vea quiénes son los verdaderos seguidores de Cristo.

20-21. Según entiendo, cuando ustedes se reúnen, cada uno se apura a comer su propia comida y no espera a los demás. Así resulta que algunos se quedan con hambre, mientras que otros se emborrachan. ¡Y eso ya no es participar en la Cena del Señor!

22. Más bien, eso es una falta de respeto a la iglesia de Dios, y es poner en vergüenza a los pobres. Si lo que quieren es comer y emborracharse, ¡mejor quédense en sus casas! ¿O esperan acaso que los felicite? ¡Pues no hay razón para felicitarlos!

23. Lo que el Señor Jesucristo me enseñó, es lo mismo que yo les he enseñado a ustedes: La noche en que el Señor Jesús fue traicionado, tomó en sus manos pan,

24. dio gracias a Dios, lo partió en pedazos y dijo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado en favor de ustedes. Cuando coman de este pan, acuérdense de mí.»

25. Después de cenar, Jesús tomó en sus manos la copa y dijo: «Esta copa de vino es mi sangre. Con ella, Dios hace un nuevo compromiso con ustedes. Cada vez que beban de esta copa, acuérdense de mí.»

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