30. La burra replicó:—¡Yo soy tu burra! ¡Toda la vida te he llevado por todos lados, y nunca te he tratado mal, como hoy lo has hecho conmigo!—Tienes razón —contestó Balaam.
31. En ese mismo instante, Dios permitió que Balaam viera al ángel, parado en el camino y listo para atacarlo con su espada. Balaam, entonces, se arrodilló hasta tocar el suelo con su frente,
32. y el ángel de Dios le dijo:—¿Por qué golpeaste a tu burra tres veces? Yo fui quien te cerró el camino, porque no me parece que debas ir a Moab.
33. Si tu burra no me hubiera visto ni se hubiera parado tres veces, ya te habría matado, y a ella la habría dejado con vida.