8. Me enojé mucho, y ordené que sacaran todos los muebles de Tobías,
9. y mandé que purificaran el lugar. Después di instrucciones para que volvieran a colocar allí los utensilios del templo de Dios, los cereales y el incienso.
10. También me enteré de que a los ayudantes de los sacerdotes no se les habían dado sus alimentos, por lo que ellos y los cantores habían tenido que irse a sus propios campos.
11. Entonces reprendí a las autoridades por haber descuidado el templo de Dios, y mandé llamar a los ayudantes de los sacerdotes y cantores. Los volví a colocar en sus puestos,
12. y todos los de Judá trajeron a las bodegas del templo los diezmos de trigo, vino y aceite.
13. Después puse al sacerdote Selemías, al secretario Sadoc y al ayudante Pedaías como jefes de las bodegas, y nombré como ayudante de ellos a Hanán hijo de Zacur, nieto de Matanías. Eran hombres de confianza, y se encargarían de hacer una buena distribución de las provisiones a sus compañeros.
14. Luego de hacer eso, le dije a Dios: «¡Dios mío, toma en cuenta esto que acabo de hacer, y no te olvides de todo lo bueno que he hecho por tu templo y por el culto!»
15. En ese tiempo vi que en Judá, los sábados, algunos hacían vino y llevaban manojos de trigo sobre los burros. También cargaban vino, racimos de uvas, higos y toda clase de cargas, y todo eso lo traían a Jerusalén para venderlo. Entonces los reprendí por eso.
16. Además, algunos de Tiro que vivían en la ciudad, llevaban pescado y toda clase de productos a Jerusalén, para vendérselos a la gente de Judá los días sábados.
17. Entonces reprendí así a los jefes de Judá:«¡Está muy mal lo que hacen! ¡No están respetando el día sábado!
18. Acuérdense de que cuando sus antepasados hicieron lo mismo, Dios nos castigó a nosotros y también a esta ciudad. Si ustedes no descansan y adoran a Dios el día sábado, él nos castigará aún más».