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Génesis 38:2-17 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

2. Allí Judá conoció a la hija de un cananeo llamado Súa, y se casó con ella. Después de un tiempo

3. ella quedó embarazada y tuvo un hijo. Judá le puso por nombre Er.

4-5. Tiempo después, la esposa de Judá tuvo dos hijos más: a uno de ellos lo llamó Onán, y al otro lo llamó Selá. Este último nació en Quezib.

6. Judá le buscó esposa a Er, y lo casó con una mujer llamada Tamar.

7. Pero a Dios no le gustaba la mala conducta de Er, así que le quitó la vida.

8. Entonces Judá le dijo a Onán: «Cásate con la viuda de tu hermano y cumple con tu deber de cuñado. Así tu difunto hermano tendrá hijos por medio de ti».

9. Onán sabía que los hijos que tuviera con su cuñada no serían considerados suyos, sino de su hermano. Por eso, cada vez que tenía relaciones sexuales con ella procuraba no dejarla embarazada. De ese modo evitaba darle hijos a su hermano muerto.

10. A Dios tampoco le gustó esta mala conducta de Onán, así que también le quitó la vida.

11. Entonces Judá le recomendó a Tamar que se quedara viuda hasta que Selá creciera. Y es que Judá tenía miedo de que también Selá muriera, como sus hermanos. Por eso Tamar se fue a vivir a la casa de su padre.

12. Pasó el tiempo, y murió la esposa de Judá. Luego de llorar su muerte, Judá se fue a Timnat, donde sus pastores estaban cortándoles la lana a sus ovejas. Su amigo Hirá lo acompañó.

13. Alguien fue a contarle a Tamar que su suegro iba de camino a Timnat, para recoger la lana de sus ovejas.

14. Entonces ella se quitó la ropa de luto, se tapó la cara con un velo, y fue a sentarse a la entrada de Enaim, junto al camino que lleva a Timnat. Tamar se había dado cuenta de que Selá ya había crecido y, sin embargo, Judá no lo casaba con ella.

15-16. Cuando Judá vio a una mujer con la cara cubierta, no se imaginó que se trataba de su nuera. Más bien, pensando que era una prostituta, se acercó a ella y le propuso:—Oye, ¿me dejarías acostarme contigo?Ella contestó:—Suponiendo que te deje, ¿qué me darás a cambio?

17. —Te mandaré uno de mis cabritos —respondió Judá.—Acepto —dijo ella—, sólo si me dejas algo tuyo como garantía de que me pagarás.

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