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Ezequiel 3:9-23 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

9. Te haré más duro que los diamantes y las piedras. Así que no te espantes ni les tengas miedo, por más rebeldes que sean».

10. Dios también me dijo:«Apréndete de memoria todo lo que voy a decirte, y repítelo al pie de la letra.

11. Ve al lugar donde está prisionera la gente de tu pueblo, y dales este mensaje de mi parte. Si te hacen caso, bien; si no te hacen caso, también».

12-14. Cuando el esplendor de Dios comenzó a retirarse de donde estaba, escuché detrás de mí un ruido muy fuerte, parecido al de un terremoto. Ese ruido lo hacían aquellos seres extraños. Lo hacían sus alas al tocarse unas con otras, y también las ruedas que estaban a su lado. Y pude oír que alguien decía con fuerte voz: «¡Bendito sea en su templo nuestro gran Dios!»Entonces, algo dentro de mí me hizo levantarme y me sacó de allí; era como si Dios me hubiera tomado fuertemente de la mano. Yo estaba muy molesto y enojado.

15. De pronto me vi en Tel Abib, que está a la orilla del río Quebar. En esa ciudad estaban los israelitas que habían sido sacados de su país, y allí me quedé entre ellos siete días, sin saber qué hacer ni qué decir.

16. Pasados los siete días, Dios me dijo:

17. «Ezequiel, tu tarea será mantenerte siempre vigilante y decirles a los israelitas que están en grave peligro. Tan pronto como yo te diga algo, tú deberás decírselo a ellos.

18. »Si yo le anuncio a alguien que va a morir por causa de su mala conducta, y tú no se lo adviertes, esa persona morirá por causa de su pecado, pero el culpable de su muerte serás tú.

19. »En cambio, si tú le adviertes que debe apartarse del mal, y no te hace caso, esa persona morirá por causa de su pecado, pero tú no serás culpable de nada.

20. »Puede ser que una persona buena deje de hacer el bien y haga lo malo. Si yo la pongo en peligro de muerte, y tú no se lo adviertes, morirá por causa de su pecado, y no tomaré en cuenta lo bueno que haya hecho antes. Pero el culpable de su muerte serás tú.

21. En cambio, si le adviertes y deja de pecar, seguirá con vida, y tú quedarás libre de culpa».

22. Mientras yo estaba allí, Dios me hizo sentir su poder y me dio esta orden: «Levántate y ve al valle. Allí te diré lo que tienes que hacer».

23. Así lo hice. Y cuando llegué al valle, vi de nuevo a Dios en todo su esplendor, como lo había contemplado a orillas del río Quebar. Yo me arrodillé para adorarlo,

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