13-15. ”Al cabo de esos cuarenta años, haré que los egipcios vuelvan de los países por donde los dispersé. Haré que vuelvan a Patros, su tierra natal en el sur de Egipto, y allí establecerán un reino pequeño y sin poder. No volverán a ser fuertes, ni podrán dominar a las demás naciones. Les juro que así será.
16. ”Los israelitas, por su parte, no volverán a poner su confianza en Egipto; al contrario, se darán cuenta de que me ofendieron al buscar la ayuda de los egipcios, y entonces reconocerán que yo soy el Dios de Israel”».
17. Habían pasado veintisiete años desde que llegamos presos a Babilonia. El primer día del mes de Abib, Dios me dijo:
18. «Tú sabes que Nabucodonosor, el rey de Babilonia, hizo todo lo posible por conquistar la ciudad de Tiro. Llegó con su ejército para rodearla, y sus soldados llevaban tan pesada carga que hasta la cabeza y las espaldas se les pelaron. A pesar de todo, no pudieron conquistarla.
19-20. Por eso, voy a dejar que Nabucodonosor conquiste a Egipto. Le permitiré adueñarse de sus riquezas y de todas sus pertenencias, para que pueda pagarles a sus soldados. Así premiaré a Nabucodonosor por haber atacado a Egipto en mi lugar. Les juro que así lo haré.
21. »Ese día le devolveré a Israel el poder que antes tuvo, y tú podrás hablarles con toda libertad. Entonces reconocerán que yo soy el Dios de Israel».