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Ezequiel 1:1-3-22 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

1-3. Mi nombre es Ezequiel hijo de Buzí, y soy sacerdote. Fui llevado prisionero a Babilonia, junto con el rey Joaquín y muchos otros israelitas. Cinco años después, Dios me habló y me hizo sentir su poder y me permitió ver algunas cosas que iban a suceder. Estaba yo junto al río Quebar. Era el día cinco del mes de Tamuz del año treinta.Ese día pude ver que el cielo se abría

4. y que se aproximaba una gran tormenta. Un fuerte viento soplaba desde el norte y trajo una nube muy grande y brillante. De la nube salían relámpagos en todas direcciones, y de en medio de la nube salía un fuego que brillaba como metal pulido.

5. Luego salieron cuatro seres muy extraños.

6-14. Sus piernas eran rectas; sus pies parecían pezuñas de toro y brillaban como el bronce pulido. Cada uno tenía cuatro alas, y en sus cuatro costados, debajo de las alas, tenían brazos y manos humanas. Extendían dos de sus alas para tocarse entre sí, y con las otras dos alas se cubrían el cuerpo.Los seres tenían también cuatro caras. Vistas de frente, tenían apariencia humana; vistas del lado derecho, parecían caras de león; por el lado izquierdo, parecían caras de toro, y por atrás parecían caras de águila. Como el espíritu de Dios los hacía avanzar, se movían de un lado a otro con la rapidez del relámpago, pero siempre hacia delante. Nunca se volvían para mirar hacia atrás.Estos seres brillaban como carbones encendidos; parecía como si en medio de ellos hubiera antorchas moviéndose de un lado a otro, o como si de un fuego muy brillante salieran rayos de luz.

15. Mientras yo los miraba, vi que en el suelo había una rueda junto a cada uno de ellos.

16. Las cuatro ruedas eran iguales, y brillaban como las piedras preciosas. Todas ellas estaban entrelazadas, como si formaran una estrella.

17. Eso les permitía girar en cualquier dirección, sin tener que volver atrás.

18. Pude ver también que los aros de las cuatro ruedas tenían ojos alrededor. Eso me llenó de miedo.

19-21. Y como el espíritu de Dios estaba en los seres y en las ruedas, los hacía avanzar en la dirección que quería: hacia delante, hacia arriba o hacia atrás.

22. Por encima de las cabezas de estos seres había algo muy brillante, parecido a una cúpula de cristal.

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