1. Sin embargo, Moisés le dijo a Dios:—Los jefes de Israel no van a creer que te he visto, así que tampoco van a obedecerme.
2. Entonces Dios le preguntó:—¿Qué tienes en tu mano?—Una vara —contestó Moisés.
3. —Tírala al suelo —ordenó Dios.Moisés tiró la vara al suelo, y ésta se convirtió en una serpiente. Moisés trató de apartarse de ella,
4. pero Dios le dijo:—Ahora extiende la mano y agarra la serpiente por la cola.Moisés extendió la mano para agarrarla y, en cuanto la tocó, la serpiente se convirtió otra vez en una vara. Entonces Dios le dijo:
5. —Haz esto mismo delante de los jefes de Israel. Cuando ellos vean que la vara se convierte en serpiente, creerán que me has visto a mí, que soy el Dios de sus antepasados.
6-8. Pero si no te creen ni te obedecen, dales otra prueba: Mete la mano entre tu ropa y tócate el pecho; luego vuelve a sacarla.Moisés lo hizo así, y cuando sacó la mano, vio que estaba llena de llagas, pues tenía lepra. Dios le dijo:—Vuelve a meter tu mano entre la ropa.Moisés obedeció, y cuando la sacó vio que ya estaba sana. Dios le dijo:
9. —Si después de ver estas dos señales no te creen ni te obedecen, ve al río Nilo, saca agua de allí, y derrámala en el suelo. Enseguida el agua se convertirá en sangre.
10. Sin embargo, Moisés le dijo a Dios:—¡Pero es que yo no sé hablar bien! Siempre que hablo, se me traba la lengua, y por eso nadie me hace caso. Este problema lo tengo desde niño.
11. Dios le contestó:—Escúchame, Moisés, ¡soy yo quien hace que hables o que no hables! ¡Soy yo quien hace que puedas oír o que no oigas nada! ¡Soy yo quien puede hacerte ver, o dejarte ciego!