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Daniel 3:9-24 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

9. Le dijeron:«¡Deseamos que Su Majestad viva muchos años!

10. Sabemos que usted nos ha ordenado adorar a la estatua de oro, tan pronto como oigamos la música.

11. También sabemos que quien no obedezca será arrojado a un horno encendido.

12. Pero hay unos judíos que no respetan a Su Majestad, ni adoran a sus dioses, ni quieren inclinarse ante la estatua de oro. Y esto, a pesar de que Su Majestad les dio puestos muy importantes en el gobierno de Babilonia. Estamos hablando de Sadrac, Mesac y Abed-nego».

13. Al oír esto, el rey Nabucodonosor se enojó muchísimo y mandó que le llevaran a esos tres judíos. Cuando ellos se presentaron ante el rey,

14. él les preguntó:—He sabido que ustedes no adoran a mis dioses ni quieren inclinarse ante la estatua de oro. ¿Es cierto eso?

15. Voy a darles una oportunidad. Si al escuchar la música, se inclinan y adoran a la estatua, no les haré nada. Pero si no la adoran, ordenaré que de inmediato los echen al horno. ¡Y ya verán que no habrá Dios que pueda salvarlos!

16-18. Sadrac, Mesac y Abed-nego le respondieron:—Su Majestad, eso no es algo que nos preocupe. Si el Dios que adoramos así lo quiere, es capaz de librarnos del fuego y del poder de Su Majestad. Pero aun si no quisiera hacerlo, nosotros no pensamos adorar esa estatua de oro.

19. Cuando Nabucodonosor oyó esto, se enojó mucho con los tres jóvenes y mandó que calentaran el horno al máximo.

20. Luego ordenó que sus hombres más fuertes ataran a los jóvenes y los echaran al fuego.

21-22. Los hombres del rey ataron de inmediato a Sadrac, a Mesac y a Abed-nego. Como el rey quería que los echaran al horno enseguida, los hombres del rey les dejaron la misma ropa fina que traían puesta. Pero el horno estaba demasiado caliente, así que al momento en que arrojaron a los tres jóvenes al horno, el fuego alcanzó a los hombres del rey y los mató.

23. Los jóvenes, en cambio, cayeron al horno atados.

24. Cuando Nabucodonosor vio esto, se levantó rápidamente y les preguntó a sus consejeros:—Me parece que los jóvenes que echamos al horno eran tres, y los tres estaban atados.—Así es —respondieron los consejeros.

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