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2 Reyes 4:5-27 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

5. La mujer se despidió de Eliseo, fue a su casa, entró junto con sus hijos y cerró la puerta. Los hijos le llevaban las jarras y la mujer las llenaba con aceite.

6. Después de un rato, la mujer le dijo a uno de sus hijos:—Tráeme otra jarra.Él le contestó:—Ya no quedan más.En ese momento el aceite se acabó.

7. La mujer fue a ver al profeta y le contó lo que había pasado. Él le dijo:—Ve, vende el aceite, y págale a ese hombre lo que le debes. Con lo que te quede podrán vivir tú y tus hijos.

8. Un día, Eliseo fue al pueblo de Sunem. Allí, una mujer muy importante le insistió que fuera a comer a su casa. Y cada vez que Eliseo pasaba por allí, se quedaba a comer en casa de ella.

9. Entonces la mujer le dijo a su esposo:—Mira, yo sé que este hombre que nos visita cuando pasa por el pueblo, es un profeta de Dios.

10. Construyamos en la terraza una habitación. Pongámosle una cama, una mesa, una silla y una lámpara, y así el profeta podrá quedarse cada vez que venga a visitarnos.

11. Un día, Eliseo llegó y se quedó a dormir en la habitación que le habían construido.

12-15. Luego le dijo a su sirviente Guehazí:—Esta señora se ha preocupado mucho por nosotros, pregúntale qué podemos hacer por ella. Pregúntale también si quiere que le hablemos bien de ella al rey o al jefe del ejército.Cuando el sirviente de Eliseo se lo preguntó, la mujer contestó:—No me falta nada; vivo tranquila entre mi gente.Cuando Eliseo le preguntó a su sirviente qué podían hacer por ella, Guehazí contestó:—Bueno, ella no tiene hijos y su marido es anciano.Entonces Eliseo le dijo:—Llámala.El sirviente la llamó, y cuando ella llegó, se quedó en la puerta.

16. Eliseo le dijo:—El próximo año, por estas fechas, llevarás en tus brazos un hijo tuyo.La mujer respondió:—Usted es un profeta de Dios y yo soy su servidora. Por favor, no me mienta.

17. Pero la mujer quedó embarazada y al año siguiente tuvo un hijo, tal como le había dicho Eliseo.

18. El niño creció, y un día fue a ver a su padre, que andaba en el campo con sus trabajadores.

19. El niño se quejó, y le gritó a su padre:—¡Ay! ¡Mi cabeza! ¡Me duele la cabeza!El padre le ordenó a un sirviente que llevara al niño a donde estaba su madre.

20. El sirviente lo levantó y se lo llevó a la madre. Ella lo sentó sobre sus rodillas hasta el mediodía, pero a esa hora murió.

21. La madre subió al niño a la habitación del profeta y lo puso sobre la cama. Después salió, cerró la puerta,

22. llamó a su esposo, y le dijo:—Préstame a uno de tus sirvientes, y también una burra. Necesito ir rápidamente a buscar al profeta; enseguida vuelvo.

23. El esposo le preguntó:—¿Por qué vas a ir a verlo? Hoy no es día de fiesta religiosa; tampoco es sábado ni hay luna nueva.La mujer respondió:—Yo sé lo que hago.

24. La mujer ordenó que prepararan la burra, y le dijo a su sirviente:—Apura al animal. Que no se detenga hasta que yo te diga.

25. La mujer partió y fue a ver al profeta, que estaba en el monte Carmelo. Cuando Eliseo la vio, le dijo a su sirviente: «Mira, allá a lo lejos viene la señora del pueblo de Sunem.

26. Corre a recibirla y pregúntale cómo están ella, su marido y su hijo».Cuando Guehazí se lo preguntó, la mujer respondió que estaban bien.

27. Pero cuando ella llegó a donde estaba Eliseo, se arrojó a sus pies. Guehazí entonces se acercó para apartarla, pero Eliseo le dijo:—¡Déjala! Ella está muy, pero muy triste, y Dios no me ha dicho qué sucede.

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