30. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y en el tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; mas recoged el trigo en mi granero.
31. Otra parábola les relató, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo;
32. el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; mas cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, tal, que vienen las aves del cielo y anidan en sus ramas.
33. Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.
34. Todas estas cosas habló Jesús por parábolas a la multitud, y sin parábolas no les hablaba;
35. para que se cumpliese lo que fue dicho por el profeta que dijo: En parábolas abriré mi boca; Enunciaré cosas que han estado escondidas desde la fundación del mundo.
36. Entonces Jesús despidió a la multitud, y se fue a casa, y sus discípulos vinieron a Él, y le dijeron: Decláranos la parábola de la cizaña del campo.
37. Respondiendo Él les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre;
38. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino; y la cizaña son los hijos del malo.
39. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
40. Así como la cizaña es recogida y quemada en el fuego; así será en el fin de este mundo.