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Marcos 8:24-38 Reina Valera Gómez (RVG)

24. Y él mirando, dijo: Veo los hombres como árboles que caminan.

25. Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.

26. Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.

27. Y salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?

28. Y ellos respondieron: Juan el Bautista; y otros: Elías; y otros: Alguno de los profetas.

29. Entonces Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.

30. Y les apercibió que no hablasen de Él a ninguno.

31. Y comenzó a enseñarles que era necesario que el Hijo del Hombre padeciese mucho, y ser rechazado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días.

32. Y claramente decía esta palabra. Entonces Pedro tomándole aparte, comenzó a reprenderlo.

33. Pero Él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: Quítate de delante de mí, Satanás; porque no piensas en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

34. Y llamando a la multitud y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.

35. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, éste la salvará.

36. Porque ¿qué aprovechará el hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?

37. ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

38. Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación perversa y adúltera, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

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