Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Salmos 38:1-17 Reina Valera Gómez (RVG)

1. «Salmo de David, para recordar» Jehová, no me reprendas en tu furor, ni me castigues en tu ira.

2. Porque tus saetas cayeron sobre mí, y sobre mí ha descendido tu mano.

3. No hay nada sano en mi carne a causa de tu ira; ni hay paz en mis huesos a causa de mi pecado.

4. Porque mis iniquidades han sobrepasado mi cabeza; como carga pesada se han agravado sobre mí.

5. Hieden y se corrompen mis llagas, a causa de mi locura.

6. Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera, ando enlutado todo el día.

7. Porque mis lomos están llenos de irritación, y nada hay sano en mi carne.

8. Estoy debilitado y molido en gran manera; he gemido a causa de la conmoción de mi corazón.

9. Señor, delante de ti están todos mis deseos; y mi suspiro no te es oculto.

10. Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor; y aun la misma luz de mis ojos se ha ido de mí.

11. Mis amigos y mis compañeros se quitaron de delante de mi plaga; y mis cercanos se pusieron lejos.

12. Los que buscaban mi alma tendieron lazos; y los que procuraban mi mal hablaban iniquidades, y meditaban fraudes todo el día.

13. Mas yo, como si fuera sordo no oía; y estaba como un mudo, que no abre su boca.

14. Fui, pues, como un hombre que no oye, y que en su boca no tiene reprensiones.

15. Porque en ti, oh Jehová, esperé yo: Tú responderás, Jehová Dios mío.

16. Porque dije: Que no se alegren de mí: Cuando mi pie resbalaba, sobre mí se engrandecían.

17. Pero yo estoy a punto de claudicar, y mi dolor está delante de mí continuamente.

Leer capítulo completo Salmos 38