31. si los siervos de mi morada no decían: ¡Oh que nos diese de su carne, pues no estamos saciados!
32. El extranjero no pasaba fuera la noche; mis puertas abría al caminante.
33. ¿Acaso encubrí, como Adán mis transgresiones, escondiendo en mi seno mi iniquidad,
34. porque tuve temor de la gran multitud, y el menosprecio de las familias me atemorizó, y callé, y no salí de mi puerta?
35. ¡Quién me diera alguien que me oyese! He aquí mi deseo es que el Omnipotente me respondiese, y que mi adversario hubiese escrito un libro.
36. Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, y me lo ceñiría como una corona.
37. Yo le contaría el número de mis pasos, y como príncipe me presentaría ante Él.
38. Si mi tierra clama contra mí, y lloran todos sus surcos;
39. Si comí su sustancia sin dinero, o afligí el alma de sus dueños;
40. En lugar de trigo me nazcan abrojos, y espinas en lugar de cebada. Terminan las palabras de Job.