Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Job 3:8-22 Reina Valera Gómez (RVG)

8. Maldíganla los que maldicen el día, los que se aprestan para levantar su llanto.

9. Oscurézcanse las estrellas de su alba; espere la luz, y no venga, ni vea los párpados de la mañana:

10. Por cuanto no cerró las puertas del vientre de mi madre, ni escondió de mis ojos la miseria.

11. ¿Por qué no morí yo en la matriz, o entregué el espíritu al salir del vientre?

12. ¿Por qué me recibieron las rodillas? ¿Y para qué los pechos para que mamase?

13. Pues ahora yacería yo, y reposaría; dormiría, y entonces tendría reposo,

14. con los reyes y con los consejeros de la tierra, que edifican para sí lugares desolados;

15. o con los príncipes que poseían el oro, que llenaban sus casas de plata.

16. O ¿por qué no fui escondido como abortado, como los pequeñitos que nunca vieron la luz?

17. Allí los impíos dejan de perturbar, y allí descansan los de agotadas fuerzas.

18. Allí reposan juntos los cautivos; no oyen la voz del opresor.

19. Allí están el chico y el grande; y el siervo es libre de su señor.

20. ¿Para qué se da luz al trabajado, y vida al amargado de alma,

21. que esperan la muerte, y ella no llega, aunque la buscan más que a tesoros enterrados;

22. que se alegran sobremanera, y se gozan, cuando hallan el sepulcro?

Leer capítulo completo Job 3