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San Mateo 19:6-25 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

6. Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.

7. Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla?

8. Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así.

9. Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.

10. Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse.

11. Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado.

12. Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba.

13. Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos les reprendieron.

14. Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.

15. Y habiendo puesto sobre ellos las manos, se fue de allí.

16. Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?

17. Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.

18. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio.

19. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

20. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?

21. Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.

22. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

23. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos.

24. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.

25. Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?

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