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San Marcos 8:24-35 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

24. Él, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan.

25. Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.

26. Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.

27. Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?

28. Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.

29. Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.

30. Pero él les mandó que no dijesen esto de él a ninguno.

31. Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días.

32. Esto les decía claramente. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle.

33. Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

34. Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.

35. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.

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