2. Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse.
3. Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas.
4. Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer.
5. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed.