2. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar;
3. no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro;
4. que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad
5. (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?);
6. no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo.
7. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.
8. Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas;
9. que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia.
10. Y éstos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el diaconado, si son irreprensibles.
11. Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo.
12. Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas.
13. Porque los que ejerzan bien el diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús.