5. y la esperanza no avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
6. Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
7. Difícilmente alguien muere por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.