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Mateo 9:25-38 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

25. Y cuando la gente fue echada fuera, entró y la tomó de la mano, y la niña se levantó.

26. Y se difundió la fama de eso por toda aquella tierra.

27. Y cuando Jesús salió de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!

28. Y al llegar a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor.

29. Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho.

30. Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa.

31. Pero ellos salieron y divulgaron la fama de él por toda aquella tierra.

32. Y saliendo ellos, he aquí, le trajeron un mudo endemoniado.

33. Y una vez echado fuera el demonio, el mudo habló; y la gente se maravillaba, diciendo: Nunca se ha visto cosa semejante en Israel.

34. Pero los fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.

35. Y recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

36. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban fatigadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.

37. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, pero los obreros son pocos.

38. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.

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