30. Amarás, pues, al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas; éste es el principal mandamiento.
31. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.
32. Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él;
33. y el amarle con todo el corazón, y con todo el entendimiento, y con toda el alma y con todas las fuerzas, y el amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios.
34. Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.
35. Y enseñando Jesús en el templo, decía: ¿Por qué dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?,
36. pues el mismo David dijo por el Espíritu Santo:Dijo el Señor a mi Señor:Siéntate a mi diestra,hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
37. Si el mismo David le llama Señor, ¿cómo, pues, es su hijo? Y la gran multitud le oía de buena gana.
38. Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, a quienes les gusta andar con ropas largas y también las salutaciones en las plazas,
39. y las primeras sillas en las sinagogas y los primeros asientos en las cenas;
40. que devoran las casas de las viudas y, por aparentar, hacen largas oraciones. Éstos recibirán mayor condenación.
41. Y estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho.
42. Y vino una viuda pobre y echó dos blancas, que son un cuadrante.
43. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado al arca,