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Marcos 12:22-37 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

22. Y la tomaron los siete, y tampoco dejaron descendencia; a la postre, murió también la mujer.

23. En la resurrección, pues, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será ella esposa? Porque los siete la tuvieron por esposa.

24. Entonces, respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por eso, porque no conocéis las Escrituras ni el poder de Dios?

25. Porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en los cielos.

26. Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob?

27. Él no es Dios de muertos, sino Dios de vivos. Así que vosotros erráis mucho.

28. Y acercándose uno de los escribas, que los había oído discutir y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos?

29. Y Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.

30. Amarás, pues, al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas; éste es el principal mandamiento.

31. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.

32. Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él;

33. y el amarle con todo el corazón, y con todo el entendimiento, y con toda el alma y con todas las fuerzas, y el amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios.

34. Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.

35. Y enseñando Jesús en el templo, decía: ¿Por qué dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?,

36. pues el mismo David dijo por el Espíritu Santo:Dijo el Señor a mi Señor:Siéntate a mi diestra,hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

37. Si el mismo David le llama Señor, ¿cómo, pues, es su hijo? Y la gran multitud le oía de buena gana.

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