28. Y él, dejando todas las cosas, se levantó y le siguió.
29. E hizo Leví un gran banquete en su casa, y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos.
30. Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?
31. Y respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no necesitan médico, sino los que están enfermos.
32. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
33. Entonces ellos le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos, pero tus discípulos comen y beben?
34. Y él les dijo: ¿Acaso podéis hacer que los que están de bodas ayunen entre tanto que el esposo está con ellos?
35. Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado; entonces, en aquellos días ayunarán.
36. Y les dijo también una parábola: Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo, pues de esa manera, el nuevo se rompe, y el remiendo nuevo no armoniza con el viejo.
37. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres, y el vino se derramará, y los odres se perderán.
38. Pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar, y lo uno y lo otro se conservan.