30. (Jesús aún no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado.)
31. Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí.
32. Y María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.
33. Jesús entonces, cuando la vio llorando, y a los judíos que habían llegado con ella también llorando, se conmovió en espíritu, y se turbó,
34. y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve.
35. Y lloró Jesús.
36. Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba.
37. Pero algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho que Lázaro no muriera?
38. Y Jesús, conmovido otra vez dentro de sí, fue al sepulcro. Era una cueva, la cual tenía una piedra puesta encima.
39. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, pues lleva cuatro días.
40. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?
41. Entonces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy porque me has oído.
42. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la gente que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
43. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!