11. Y como yo no veía a causa de la gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco.
12. Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso conforme a la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban,
13. vino a mí y, acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe de nuevo la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y le miré.
14. Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conocieses su voluntad, y vieses a aquel Justo y oyeses la voz de su boca.
15. Porque serás testigo suyo a todos los hombres de lo que has visto y oído.