31. Y ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa.
32. Y le hablaron la palabra del Señor, a él y a todos los que estaban en su casa.
33. Él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas de los azotes; y se bautizó en seguida, él y todos los suyos.
34. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó de que con toda su casa había creído en Dios.
35. Y cuando fue de día, los magistrados enviaron alguaciles a decir: Deja ir a esos hombres.