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Hechos 12:8-18 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

8. Y le dijo el ángel: Cíñete y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto y sígueme.

9. Y saliendo, le seguía, sin saber si era verdad lo que hacía el ángel; más bien pensaba que veía una visión.

10. Y habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí sola; y habiendo salido, pasaron una calle, y en seguida el ángel se apartó de él.

11. Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel y me ha librado de la mano de Herodes y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba.

12. Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María, la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando.

13. Y cuando Pedro llamó a la puerta del patio, salió a escuchar una muchacha llamada Rode,

14. la que, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta.

15. Y ellos le dijeron: ¡Estás loca! Pero ella afirmaba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel!

16. Pero Pedro persistía en llamar; y cuando abrieron y le vieron, se quedaron atónitos.

17. Pero él, haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos. Y salió y se fue a otro lugar.

18. Luego que fue de día, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre qué había sido de Pedro.

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