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Hebreos 9:8-14 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

8. dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie.

9. Lo cual era símbolo para ese tiempo, según el cual se ofrecían ofrendas y sacrificios que no podían hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que oficiaba;

10. consistiendo sólo en comidas y en bebidas, y en diversos lavamientos y ordenanzas para el cuerpo, impuestas hasta el tiempo de la renovación.

11. Pero, Cristo habiendo llegado a ser sumo sacerdote de las cosas buenas por venir, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho por manos, a saber, no de esta creación,

12. y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez y para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.

13. Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y la ceniza de la becerra, rociada a los inmundos, santifica para la purificación de la carne,

14. ¿cuánto más la sangre de Cristo, el que mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?

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