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Hebreos 9:19-28 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

19. Porque habiendo leído Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, y lana de grana e hisopo, y roció el libro mismo y también a todo el pueblo,

20. diciendo: Ésta es la sangre del testamento que Dios os ha mandado.

21. Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los utensilios del ministerio.

22. Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.

23. Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas con estas cosas; pero las cosas celestiales mismas con mejores sacrificios que éstos.

24. Porque no entró Cristo en el santuario hecho por manos, figura del verdadero, sino en el mismo cielo para presentarse ahora por nosotros ante Dios.

25. Y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena;

26. de otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se ha presentado una sola vez y para siempre, para anular el pecado por medio del sacrificio de sí mismo.

27. Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,

28. así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y la segunda vez, sin pecado, aparecerá para salvar a los que le esperan.

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