11. Así que todo sacerdote se presenta cada día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados.
12. Pero Cristo, habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio para siempre, se ha sentado a la diestra de Dios,
13. de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.