9. Y un tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano,
10. éste también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vertido puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y delante del Cordero.
11. Y el humo del tormento de ellos sube para siempre jamás. No tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.
12. Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
13. Y oí una voz del cielo que me decía: Escribe: Bienaventurados los muertos que de aquí en adelante mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen.
14. Y miré, y he aquí una nube blanca; y sentado sobre la nube, uno semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda.
15. Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega, porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura.
16. Y el que estaba sentado sobre la nube pasó su hoz sobre la tierra, y la tierra fue segada.
17. Y salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda.
18. Y salió del altar otro ángel que tenía poder sobre el fuego, y clamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: ¡Mete tu hoz aguda y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras!
19. Y el ángel pasó su hoz aguda sobre la tierra, y vendimió la viña de la tierra y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.
20. Y el lagar fue hollado fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre que llegó hasta los frenos de los caballos a lo largo de mil seiscientos estadios.