15. También yo procuraré con diligencia que, después de mi fallecimiento, vosotros podáis siempre tener memoria de estas cosas.
16. Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, siguiendo fábulas astutamente inventadas, sino que con nuestros propios ojos hemos visto su majestad.
17. Porque él recibió de Dios Padre honra y gloria, cuando una voz le fue enviada desde la magnífica gloria, diciendo: Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco.
18. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo.
19. Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro hasta que el día esclarezca, y la estrella de la mañana salga en vuestros corazones,
20. entendiendo primero esto: que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada,