Capítulos

  1. 1
  2. 2
  3. 3
  4. 4
  5. 5

Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

1 Juan 3 Reina-Valera 1909 (RVR1909)

1. ¡Mirad cuán gran amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios! Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.

2. Muy amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él aparezca, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.

3. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él se purifica, así como él es puro.

4. Todo aquel que comete pecado traspasa también la ley, pues el pecado es transgresión de la ley.

5. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y que no hay pecado en él.

6. Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto ni le ha conocido.

7. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, así como él es justo.

8. El que comete pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.

9. Todo aquel que ha nacido de Dios no comete pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque ha nacido de Dios.

10. En esto se distingue entre los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia y que no ama a su hermano, no es de Dios.

11. Porque éste es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros.

12. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano, justas.

13. Hermanos míos, no os asombréis si el mundo os aborrece.

14. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, porque amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano permanece en la muerte.

15. Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene permanentemente vida eterna en él.

16. En esto hemos conocido el amor de Dios, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.

17. Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano teniendo necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo ha de morar el amor de Dios en él?

18. Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.

19. Y en esto sabremos que somos de la verdad, y tendremos nuestros corazones confiados delante de él.

20. Porque si nuestro corazón nos condena, mayor es Dios que nuestro corazón, y él conoce todas las cosas.

21. Amados, si nuestro corazón no nos condena, confianza tenemos ante Dios;

22. y cualquier cosa que pidamos, la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de él.

23. Y éste es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros como él nos lo ha mandado.

24. Y el que guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. Y por esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.