3. Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo.
4. Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor.
5. Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, quien también aclarará lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza.