7. el que calma el estruendo de los mares, el estruendo de sus olas, y el alboroto de las naciones.
8. Por tanto, los habitantes de los confines de la tierra temen ante tus maravillas. Tú haces alegrar las salidas de la mañana y del atardecer.
9. Visitas y riegas la tierra; en gran manera la enriqueces; el río de Dios rebosa de agua; preparas el grano de ellos, porque así lo dispones.
10. Haces que se empapen sus surcos, los allanas; los ablandas con lluvias, bendices sus renuevos.